Aupa!

      

Queridxs, estimadxs y apreciadxs compañerxs:

Mi nombre es Ruth, tengo 22 años y soy oriunda de Ermua, Euskadi. Así a bote pronto te puedo contar que me gustan los cuadros de Gustav Klimt, la música de Lauryn Hill, el cine de Almodóvar, el arte de Lola Flores y el marmitako de mi ama (¡no asustarse!, ama es madre en euskera, no es mi dueña, yo soy libre como el sol cuando amanece). Si eres más vago que la chaqueta de un guardia puedes parar aquí. Te informo de antemano que yo me enredo como las persianas, pero te animo a seguir leyendo para aprender alguna cosilla de miña terra vasca (donde el cielo es siempre gris) y para saber cómo acabé en este máster.

First of all, os voy a dar una clase magistral acerca de Ermua, un rinconcito de la Pachamama en el que me crié. Aunque debo matizar que yo me considero un poquito de todas partes, una “ciudadana del mundo” (ya se sabe que los de Bilbo nacemos donde queremos).

Ermua es una villa de Vizcaya que está situada en un profundo y estrecho valle, por eso el pueblo está lleno de cuestas (para salvar esta situación hay rampas y escaleras mecánicas por todas partes, cosa que suele llamar la atención de los forasteros). Limita con la vecina ciudad de Eibar (Guipúzcoa) y está a media horita en coche de Bilbo.

    

    A día de hoy somos aproximadamente 16.000 ermuarras (que no ermutantes). Ermua creció en los años 60 y 70 debido a la fuerte inmigración de mano de obra procedente de otras regiones (sobre todo Galicia, Extremadura y Andalucía), que acudió a trabajar en la industria, principalmente metalúrgica. Este es el que caso de mi familia, siendo mis abuelos maternos de Galiza (de ahí que a veces chapurree un pouquiño de galego) y los paternos de Guadalajara. Es por ello que el pueblo presenta una fuerte fusión cultural que aúna tradiciones de diversos puntos de España. De hecho hay asociaciones culturales de otras comunidades autónomas (ej.: centro extremeño, andaluz, galego, de Castilla-León y Castilla-La Mancha), que funcionan a modo de bar y perpetúan las tradiciones de cada región, festejando por ejemplo el día das letras galegas o sacando en procesión a la Virgen del Rocío. Tampoco descuidamos las fiestas y el folclore vasco, celebrando, entre otras, la feria agrícola y ganadera de San Martín, donde hacemos gala del traje típico de baserritarra (casera), que se compone de falda larga, delantal, toquilla y alpargatas.

 

    Lo que más me gusta de mi tierra es la naturaleza. Soy una apasionada de las rutas de montaña y la oferta de senderismo en Euskadi cuenta con una gran diversidad de paisajes de costa e interior. Adjunto una foto con la madre que me parió en Anboto, una de las cimas principales de los Montes Vascos. El pueblo vasco tiene una marcada tradición mitológica y este pico también se ha visto envuelto en mitos. Cuenta la leyenda que en una cueva cercana a su cumbre tiene su morada la diosa Mari, conocida como la Dama de Anboto.

 

En cuanto a mis estudios, terminé el bachillerato más perdida que el barco del arroz. A la hora de elegir carrera tenía más dudas que certezas, las opciones que barajé fueron Estudios Ingleses, Turismo y Educación Primaria, entre otras. Finalmente me decanté por Historia, materia predilecta a lo largo de toda la educación secundaria. El azar quiso que acabase en Salamanca, donde he pasado los mejores años de mi vida y he conocido a gente que hoy considero familia (no consanguínea). Formamos un grupo muy variado con gente de aquí y de allí: desde Badajoz, hasta Burgos, Pontevedra o Salamanca.

 La carrera me ha encantado, y aunque he tenido mis más y mis menos, la he disfrutado plenamente. Al terminarla me planteé hacer el máster de estudios avanzados y sumergirme en la investigación, pero *error 404 not found*, no era lo mío. Evidentemente, hay etapas históricas o acontecimientos concretos que me atraen más que otros (sobre todo la Edad Moderna y la Contemporánea, Guerra Civil Española, Guerra de Vietnam, etc.); pero mi forma de acercarme al pasado pasa por construir un relato global. Entiendo la historia de forma holística, por lo que me gusta analizarla en su conjunto y no solo a través de las partes que los componen. Al investigar te metes de lleno en un tema muy específico y profundizas en cada mínimo detalle. A mi eso no me gusta, yo soy más de tocar muchos palos y conformar una visión panorámica que me ayude a entender la evolución del ser humano y el paso de unas sociedades a otras. Así constaté que lo mío era la docencia, pues te permite navegar por la historia de una manera más superficial pero también más variada. Y en estas estamos, "hemos venido a jugar".

P.D.: En el '87 la Faraona tuvo problemas con hacienda y pronunció su famosa frase “si una peseta diera cada español…”, inventando así el crowdfunding. Yo hoy cambio la caduca peseta por los comentarios en el blog y os animo a que escribáis cualquier cosa. Si me queréis poner a parir también sois bienvenidos, ¡hablad de mí aunque sea mal! 

Eskerrik Asko! (¡gracias!)